Luchar contra la basura durante 16.000 kilómetros en bici
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Mario Albero pedaleará desde Israel a Sudáfrica recogiendo residuos para concienciar sobre la contaminación que generamos
No se trata de la primera aventura de este alicantino. Con 30 años de edad lleva a sus espaldas miles de kilómetros recorriendo continentes al estilo nómada. Su forma de vivir le hace ganar seguidores cada día en las redes sociales, donde muestra la cara más amable de sus vivencias con otras culturas. En Instagram, su cuenta registra más de cinco mil seguidores. «Utilizo la fotografía como recurso para crear una ventana hacia el mundo», comenta Mario al explicarme su proyecto.
Hace seis semanas emprendió su último desafío. Ha decidido titularlo Why don’t we clean it up? El plan es recorrer más de 16.000 kilómetros en bicicleta. En una primera etapa ha recorrido desde Alicante a Marsella. Ahora, evitará el duro invierno europeo y desde esta ciudad francesa tomará un avión rumbo a Israel, el punto de partida para su segunda etapa. Al vehículo le ha añadido un remolque para recoger la basura que encuentre cada día a lo largo de su ruta. Al mismo tiempo, se ha marcado la misión de ir reciclándola. Así hasta Ciudad del Cabo, donde ha colocado la meta. El objetivo que se ha propuesto no es solo llegar, es despertar conciencias sobre nuestro comportamiento. Según me cuenta él mismo, »a lo largo de mis viajes he visto la devastadora huella que el ser humano está dejando en el planeta, desde el Himalaya hasta la cordillera Andina. En caminos, ríos, selvas, bosques y océanos. En todo el mundo se repite un mismo patrón: basura.»
Bajo su punto de vista, la lucha para combatir la contaminación empieza a nivel individual, apostando por un consumo responsable de productos no biodegradables. El segundo paso se centraría en la recogida y limpieza del entorno en el que vivimos.
En su caso, en esta ocasión, ha decidido ir todavía más lejos y emprender una aventura destinada a llamar la atención de los que se crucen en su camino.
Mario se encuentra ahora en Marsella. En sus primeros 900 kilómetros ha recogido más de 200 kilos de residuos. Un balance sorprendente. «Por las noches, cuando hago acampada para descansar, es el momento en el que más deshechos acumulo. Suele ser en arboledas en el campo o cerca de la playa. Antes de partir, cada mañana lleno dos bolsas con plástico y latas. También en los ratos que paro a comer o a beber.»
A su tarea de limpieza del planeta hay que añadirle otro reto, el que implica la independencia y la libertad. «Eso supone viajar con el mínimo confort. Por ejemplo, para dormir recurro a la acampada libre, cocino mi comida y me nutro de energía eléctrica mediante placas solares. No se trata tan solo de realizar un viaje, sino de tener una experiencia de supervivencia que me obliga a desarrollar mis propias capacidades. También a poner en práctica habilidades adquiridas a lo largo de mis viajes anteriores.»
Cinco mil personas siguen las aventuras de este Alicantino en Instagram que con 30 años ha recorrido varios continentes al estilo nómada, compartiendo experiencias con otras culturas
Los últimos cinco años de la vida de Mario han sido especiales. Ha dedicado su tiempo a viajar al cien por cien. El dinero y el trabajo han pasado a un segundo plano. Con frecuencia ha formado parte de proyectos como voluntario en labores medio ambientales, sociales y desastres naturales. «Me apasiona llegar a lugares remotos y acercarme a las diversas culturas con las que compartimos hogar en este planeta. Han sido muchas las vivencias acumuladas junto a tribus, etnias y pueblos. Lo mejor ha sido acercarme a su excelente conocimiento espiritual en lugares como las Américas, la Amazonia, el Himalaya, Asia, etcétera.» Parte de esa huella es la que ahora pretende extender viajando en solitario y de manera sostenible a través de Europa, Oriente Medio y África.
Mario me explica que el remolque va unido a la rueda trasera de la bici, lo que supone una carga adicional que debe de tener en cuenta en un trayecto de tan larga duración. Además, la intención es que la totalidad de los residuos sean reciclados, pero no en todos los países encontrará contenedores. «No siempre será posible, bien sea por falta de medios logísticos o de infraestructuras del lugar. En los casos que el reciclaje no sea una opción, trabajaré en la reutilización para darle una segunda vida a los materiales. Me las apañaré.»
Por último, las redes sociales cobran importancia para él en este desafío «porque pretendo que las personas que me siguen formen parte del proyecto y sean partícipes de mi rutina diaria. Creo que es importante compartir información alternativa a los medios convencionales e inculcar una perspectiva optimista, es cierto que podemos cambiar algo el mundo aportando cada uno un pequeño grano de arena.»
La ruta es orientativa, por ahora no es más que una línea trazada sobre un mapa. La espontaneidad y la improvisación juegan a su favor para modificarla en caso de que sea necesario. Pedalearé Europa hasta Marsella. Desde allí embarcaré en avión hasta Israel. Continuaré por Egipto y rumbo al Sur, recorriendo el Este africano. Ciudad del Cabo será el destino final.
Aunque la aventura hace algunas semanas que ha comenzado, Mario confía en encontrar patrocinadores que hagan más llevadera la aventura al dotarlo de libertad económica.
A su regreso, el aventurero planea organizar una exposición con las imágenes más llamativas de su desafío.
«El ser humano es maravilloso y todos deseamos hacer el bien global, pero a veces no sabemos cómo. Esta es mi propuesta para que podamos hacer algo juntos.»
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